lunes, 9 de marzo de 2015

THE IMITATION GAME ( Descifrando Enigma)



Anoche tuve el placer de ver la película que me ha vuelto a traer por aquí, consiguió emocionarme, agitar mi mente y revolverme en el asiento, y pensé que necesitaba escribir sobre ella..

The Imitation Game narra la historia de Alan Turing (1912-1954), apoyándose en tres momentos de su vida: su adolescencia, su trabajo en Bletchley Park descifrando el código Enigma y los momentos previos a su muerte  a los 41 años.

Alan Turing, un genio matemático, criptógrafo, precursor del lenguaje de las computadoras, logró descifrar el código Enigma, sistema de comunicación criptada utilizado por los alemanes en la segunda guerra mundial. Este hecho logró acortar la guerra y evitar millones de victimas más. Creo que las consecuencias de su descubrimiento son lo suficientemente importantes para que todo el mundo le conociese. Tras ver la película sé porque no fue así.

La película nos acerca a una persona de carácter lógico, racional y brillante; pero también tímido, solitario y atormentado. Alan no se maneja bien en nuestro lenguaje convencional, se le queda corto, todo es más complejo de lo que parece, le hace falta completarlo porque si no, él no encuentra su sitio. Comete ese pecado, imperdonable, de ser diferente, pensar diferente, sentir diferente y esto es peligroso. La historia nos ha enseñado desde la Antigüedad que el pago por ello es el destierro o la muerte.
Alan Turing sentía pasión por lo que hacía,  no se lo perdonaron y de hecho durante cincuenta años su hazaña fue materia reservada y nadie pudo saber de su épica aventura.

Turing consiguió interceptar los mensajes de guerra entre los alemanes, precipitando así el fin de la contienda. Y de paso, puso la semilla imprescindible para el desarrollo de la técnica computacional tan presente en nuestros días. Pero la masa mediocre y acomplejada corta las alas de los que osan alzar el vuelo mientras ella misma se hunde en el barro. Le investigaron, y le encontraron su talón de Aquiles: su condición homosexual.

Primero intentaron acusarle de espionaje y por último, tras un robo en su casa, la Inglaterra puritana de 1952, nada menos, desvela su opción sexual. Todavía la homosexualidad era un delito y le condenaron a castración química . Le mutilaron como ser humano. Alan Turing muerde una manzana impregnada en cianuro y se suicida. ¿Su pecado?, el de siempre, probar el fruto prohibido del conocimiento sin previo permiso ¡Ave Ciencia!. Una vez leí que la civilización con sus avances científicos la hacen los genios, la disfrutan los mediocres y la destruyen los infames.
Menos mal que los genios son persistentes hasta la muerte.

En Diciembre de 2013 la reina Isabel II le concedió un indulto póstumo. Turing llevaba décadas muerto.

Dirigida por Morten Tyldum (“Headhunters”)  de forma magnífica, el guión es ágil y me mantuvo atenta los 114 minutos. Buena fotografía, música y ambientación. Pero lo mejor de todo, la interpretación que Benedict Cumberbatch  hace de Alan Turing: soberbia, magistral, merecedora de un Oscar. También Keira Knightley me sorprende gratamente esta vez, además del resto de reparto, destacando Mathew Goode, como siempre, por su picardía y elegancia. 

En fin, película altamente recomendable para raros e inadaptados, pero interesante para cualquier alma inquieta.

Por cierto, el famoso logo de Apple es un sutil tributo póstumo a este genio visionario.


“A veces, la persona que nadie imagina capaz de nada, es la que hace cosas que nadie imagina”