Los seguidores de Roman Polanski somos parte de una secta, al igual que los de David Lynch, y aquí me tiene rendida de nuevo a sus pies. El joven de 80 años no decepciona. ¡Larga vida a Polanski!
La película nos presenta
a un autor teatral que está haciendo audiciones para encontrar a la
protagonista de su obra: una adaptación libre de una novela del escritor
austriaco Leopold Von Sacher-Masoch. Polanski se basa en un texto teatral de
David Ives que presenta la novela que escribió el austriaco en el siglo XIX
como un juego metaliterario.
La última candidata, que
llega tarde, es una mujer en apariencia vulgar y ruidosa. Quiere que el
director le de una oportunidad. Lleva un día horrible y es lo único bueno que
puede pasarle. Consigue esa oportunidad al fin. Y aquí empieza el prodigio: variando el tono de voz y mutando sus
maneras vulgares en elegantes ademanes, todo se transmuta. Una tela de araña
sofisticada y subyugante comienza a tejerse.
Se inicia entonces el triple juego: Polanski, Yves y
Masoch, y entonces nos perdemos en un juego de espejos entre lo que es real y
ficción, lo que es teatro y lo que es vida. Este sugerente baile de identidades
ofrece la posibilidad de catarsis que da rienda suelta a los instintos más
primitivos y los deseos mas inconfesables. Fetichismos, sadomasoquismo,
transexualismo, oscuros objetos de deseo. A veces, satisfacer no es entregar lo
que se desea, sino todo lo contrario.
Polanski vuelve a
arremeter contra la intelectualidad burguesa y nos presenta como única fuerza
de redención la sensualidad y el viaje interior a lo mas oscuro de nuestras
pasiones, porque como Eurípides, él también aprendió muy pronto que Dionisos
castiga a todos los que reniegan de él. ¿Quién nos dice que una bacante
envuelta en una bufanda/pieles como una diosa no puede aparecer comiendo chicle
y despeinada por la lluvia, impuntual a tu audición?
Emmanuelle Seigner en el
papel de Vanda vuelve a hipnotizarnos: salvaje y erótica como una ménade, es
capaz de dotar a su personaje de infinitos registros de gestos, miradas y
voces. Y ella sola llena el espacio escénico encarnando a toda una diosa. Matthieu Amalric, como
Thomas, nos sorprende también como perfecto alter ego de Polanski en una
interpretación difícil y rica en matices. El escenario es un viejo
teatro que con un trabajo de cuidada fotografía e iluminación, se va
convirtiendo paulatinamente, según se van desnudando los personajes, en una
atmósfera cada vez mas íntima. La ilusión es efectiva y nos colamos así, como
indiscretos voyeurs, en intrigantes estancias. Alexandre Desplat
contribuye con una música perfecta, por todo ello y mucho mas...¡Chapeau, señor
director!
Mar, ya te he dejado anteriormente un mensaje de felicitaciones por tu blog, insisto en que seré tu fan número 1. gracias por tus recomendaciones de cine, la película de Venus de las pieles la veré próximamente, tengo entendido que es una adaptación de la novela erótica del mismo nombre del escritor Leopold von Sacher-Masoch. A disfrutarla. Besos Auro
ResponderEliminarGracias Aurora por interesarte en mi blog, espero no defraudarte y poder comentar muchas películas, porque en el fondo¡¡ la vida es cine!!
ResponderEliminarun abrazo fuerte
Mar he visto la película; me ha encantado.
ResponderEliminarDos personajes, un escenario y un texto impactante cautivador.
Recital poético, la mezcla verbal ambivalente, confusa y desesperante reflexión oral, el seductor juego de dominar y ser dominado.
Mar... nosotras que somos paganas o diosas???.
Que bien Aurora que te haya interesado la peli y además que te haya gustado.Me pido bacante, creo que eras las que mejor se lo pasaban, te apuntas?
ResponderEliminarUn abrazo